ZAMORA
Extraido del diario El Norte de Castilla
El alcalde deseó que el festival enriquezca los pueblos por una Europa en paz y libre
8.000 personas completaron el aforo del Ruta de la Plata en la gala inaugural de la Europeade, en la que bailaron la mitad de los grupos invitados Antonio Vázquez dijo que Zamora es la imagen de la tradición cultural, proyectada al mundo y al futuro
IRIA T. RAMOS/ZAMORA
«Mi deseo ferviente de que la Europeade sea de nuevo un motivo de enriquecimiento de los pueblos europeos por una próspera Europa en paz y en libertad». Antonio Vázquez destacó su deseo de paz en Europa en distintos momentos de su discurso, en el acto de inauguración de la 43ª Europeade, que tuvo lugar en el Estadio de Fútbol Ruta de la Plata.
«Que el aliento común de los pueblos de Europa siga vivo como señal de identidad del entendimiento entre los hombres de paz». Con estas palabras, y tras agradecer a todos su presencia y desear una feliz estancia a los 5.000 participantes, Antonio Vázquez finalizó su discurso.
El alcalde recordó los días en que en el 2001 el folclore también se acaparó de las calles de la ciudad. «Aún resuena en mí el eco de aquellos días de julio del 2001 en los que Zamora fue más Europa que nunca y Europa fue Zamora».
Durante su discurso, Antonio Vázquez emocionó en varias ocasiones al numeroso público que abarrotaba el estadio, que no dudó en interrumpir al alcalde con sus aplausos. En nombre de todos los zamoranos, agradeció a las autoridades su colaboración y su empeño porque todo saliera adelante y se mostró orgulloso por el papel de Zamora en este evento. «Zamora es durante cinco imborrables días imagen viva de la inmensa tradición cultural de Europa, proyectada al mundo, proyectada al futuro»
Fernando Martínez Maíllo, presidente de la Diputación Provincial de Zamora, Ángel Macías, concejal de Fomento y Turismo, Alberto de Castro, concejal de Régimen Interior, Economía y Hacienda y José Luis González, concejal de Cultura y Educación, presidían el palco de autoridades junto a Antonio Vázquez y Bruno Peeters.
Hubo tiempo para recordar la última Europeade y ceder el testigo a la próxima. «Nuestra ciudad recoge de la ciudad de Quimper, en la Bretaña francesa, un preciado tesoro, el de la unidad en la diversidad de las culturas de las naciones y los pueblos que forman la gran familia europea, cuna de la civilización; y entregará el testigo a la ciudad danesa de Horsens», apuntó el alcalde.
Bruno Peeters, presidente del Comité Internacional de la Europeade, tomó el testigo del alcalde para dirigirse al público en varios idiomas. Tras dar la bienvenida y mostrarse agradecido por encontrarse un año más en Zamora celebrando la Europeade, Peeters se ganó al respetable hasta en dos ocasiones al hacerse eco del dicho popular «Zamora no se ganó en una hora», lo que justificó como el motivo de encontrarse «otra vez aquí».
«Gracias, muchísimas gracias Zamora». Fueron las últimas palabras de Bruno Peeters que antes de despedirse del público zamorano se refirió a Zamora como «ciudad bien cercada y amurallada», en unos versos del romancero y advirtió que está «deseoso de volver».
Ambiente festivo
En el acto de inauguración, actuaron la mitad de los 5.000 representantes de los 25 países que forman parte de este encuentro de folclore. Los 2.500 participantes, miembros de los grupos que presentaron el acto de apertura, fueron los encargados de amenizar la velada a los alrededor de 8.000 espectadores, entre zamoranos y turistas, que se agolparon en las gradas del estadio para presenciar la ceremonia y los bailes del acto de inauguración.
Los otros 2.500 participantes que completan el total de los miembros de los 178 grupos que , actuarán en el acto de clausura que tendrá lugar a las 19.30 horas del domingo en el estadio de fútbol.
La Agrupación Musical de Beneixida (Valencia) fue el preámbulo a varias horas de fiesta. Según la organización, «crearon el ambiente necesario para amenizar el comienzo de la Europeade». En sus manos estuvo la responsabilidad de amenizar al público minutos antes de la intervención del alcalde y de Bruno Peeters, entre las 20.30 y las 21.30 horas, mientras que tanto los músicos y participantes, como el público se acomodaba en sus respectivos lugares.
Faltaban unos minutos para las 22.00 horas cuando saltó el primer grupo al escenario. En grupos de cinco, las agrupaciones folclóricas de los diferentes países de Europa, fueron entrando en el campo, repartidas en los escenarios que presidían el estadio, uno en cada esquina del césped y otro en el centro, para actuar por separado e ir intercalando sus bailes sin dejar pasar tiempo entre las actuaciones de unos y otros participantes
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