SANABRIA-LA CARBALLEDA
Un siglo la ve pasar
Cernadilla rinde un emotivo homenaje a su vecina más longeva, Rosario Fariza, en su cien cumpleaños
Extraido de La Opinión
La Corporación municipal en Pleno del Ayuntamiento de Cernadilla acudió ayer al mediodía a casa de Rosario Fariza Pequeño para homenajearla por sus 100 años de vida que ayer se cumplían felizmente. Rosario Fariza, visiblemente emocionada, recibió un ramo de flores del edil más joven y una placa que le entregó el alcalde, Herminio Aparicio, «en reconocimiento a sus mayores, personas que hicieron y hacen posible la continuidad de la vida en los pueblos» según reza el texto de la placa.
«¡Ay, la artrosis!. Las piernas no me dejan, y la espalda», es de lo único que se queja esta enjuta mujer que no ha salido de su pueblo, de Cernadilla, en los100 años de su vida. «Sólo cuando he tenido que ir al médico, siempre he vivido aquí», aseguraba ayer rodeada de sus familiares en este feliz acontecimiento, para su familia y «para los vecinos», ratifica el alcalde. Horas antes del homenaje público, Rosario ya había recibido a sus paisanos que habían acudido a felicitarla.
Rosario vive con Josefa, una de sus hijas. Arturo es otro de los hijos que viven de los cinco que ha tenido Rosario. También cuenta con cinco nietos, Ambrosio, María José, Raimundo, Juan José y Carlos.
Muchas son las amarguras que ha pasado esta pequeña mujer de fuerte carácter. No conoció a su padre ya que cuando era muy pequeña él tuvo que emigrar a Buenos Aires y cuando Rosario tenía tres años, murió allí, en Argentina. Los primeros años del siglo pasado presentaron no pocas penurias, pero salieron adelante. Ya le rondaba un albañil del pueblo, Raimundo, con el que se casó y fruto de este matrimonio nacieron los cinco hijos, continuando la saga familiar de los Delgado Fariza.
Salud envidiable
Criar a los hijos, atender a su marido, un ama de casa de las de antes, con una jornada laboral de sol a sol. Rosario siempre estaba ocupada, la familia y los trabajos del campo le llevaban todo el día.
«Tiene una salud envidiable a su edad», asegura una vecina. Y es que casi todos los vecinos han pasado hoy por su casa, asegura Josefa, su hija. Rosario se siente muy querida por su familia, «me han querido muy bien, casi todos vienen a menudo a verme. No vienen más porque están trabajando fuera», explica la venerable mujer.
Orgullosa de su blanco pelo, brillante, intenta quitarse el pañuelo que le cubre la cabeza cuando a la puerta de su casa y rodeada de la familia posa para las instantáneas gráficas. No se cansa. Está orgullosa y alguna vez se ríe. Cuando se le piden disculpas por las molestias, su caliente mano aprieta la del interlocutor sintiéndose agradecida. El año que viene, volvemos, «¿el año que viene?. Si, el año que viene», dice agradecida.
La familia de Rosario se dispone a celebrar los 100 años de su querida abuela con una comida familiar. Uno de sus nietos se encontraba visiblemente emocionado desde el primer momento. No era para menos, su abuela cumplía 100 años y eso no es habitual en todas las familias, ni en todos los pueblos. También quiso la familia tener un detalle con la abuela, le regalaron una placa como pequeño símbolo de agradecimiento.
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