viernes, 8 de septiembre de 2006

Empanada de cifras y pan duro

Empanada de cifras y pan duro

8 de Septiembre de 2006

Las cifras recién salidas del horno estadístico sirven para alimentar los intereses de quien las valora por la apariencia, sin catarlas para ver si están crudas o quemadas, sin saborear la miga y sin que los zamoranos seamos capaces de digerirlas...

LAURA RIVERA CARNICERO

Tras la hornada del mes, acompañadas de los tópicos intercambiables de los responsables políticos de la feria según les va en cada gobierno, acaban desechadas como el pan duro al que nadie puede ni quiere echarle el diente de tan malas como son de roer.

Pero ahí están "viendo pasar el tiempo" y esperando a ser remojadas para hacer unas saludables migas de pastor o unas sopas de ajo que aprovechen a quien se alimente de tan humildes manjares para poder digerirlas y formar parte de estos cuerpos que crecen a la vez que la conciencia.

Con los ingredientes de los últimos días, todavía recientitos, yo me atrevo a cocinar y a tragarme si hace falta, la empanada de números que salen del horno. Todo antes que dejar que se sequen las ideas al sol abrasador de un septiembre que ¡por fin! es caliente de verdad sin necesidad de los anuncios de los tibios sindicatos.


La COAG daba hace unos días las cifras de incorporación de jóvenes al campo en lo que va de siglo, en las que Zamora destacaba a la cabeza de la Comunidad con medio millar de nuevos agricultores. Eso supone -oído cocina- que en seis años en cada pueblo de la provincia se ha incorporado un joven agricultor ¡y que somos los primeros, como Gasol, Pepu y los demás!


Seguimos con la empanada. Como la provincia de Zamora pierde unos mil habitantes al año, o lo que es lo mismo, dos personas por pueblo, aunque gane un joven agricultor en seis años cada pueblo perdió en el siglo veintiuno doce habitantes que se han muerto o han emigrado; seis mil en total.
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Más harina aunque de otro costal, el del paro. Las cifras de descenso del paro nos sitúan por encima de la media nacional y regional, con casi otro medio millar de parados menos -de nuevo uno por pueblo- que hace un año, algo que todos valoran positivamente porque, como es normal, el descenso es responsabilidad de los dos gobiernos y alguno más, como lo será el ascenso, que nacerá huérfano como el fracaso, con los primeros fríos.


Lo que nadie dice es dónde están trabajando los cuatrocientos veinticinco parados menos que el mes anterior, por lo que yo me pregunto si no serán ingredientes de la misma empanada de los doce desaparecidos por pueblo, y que cuando se cueza la hornada de los ocupados, que siempre va aparte para hacer más difícil la digestión, ya no formarán parte de ésta.


Con la mezcla de estas cifras, y dándole al horno para que se cuezan juntas, se concluye que el verdadero problema de Zamora es el paro, pese a que ha descendido en los últimos años, porque este descenso se incluye en los mil zamoranos al año que desaparecen de la provincia porque emigran, y se dan de baja en las estadísticas de los servicios de desempleo. El paro baja porque la gente se va y no porque encuentre trabajo aquí: El descenso del paro en Zamora no es una buena noticia como generalmente se saluda, aunque peor es que aumente cuando acaban los trabajos de temporada en otras zonas y los trabajadores zamoranos vuelven a sus casas y a las listas del INEM.


Es tan grave el nivel de paro, que una provincia que mantiene una población activa en el sector agrario superior a la media de España lidera la estadística de jóvenes agricultores que se incorporan a un campo en continua crisis, en el que tras las últimas reconversiones del azúcar y del vino ya ni se sabe qué cultivar.


Pero para empanada, la de la patronal zamorana, que con las últimas hornadas de cifras del paro y las ya añejas de la despoblación, concluye que los parados de Zamora no quieren trabajar, que el paro técnico -que se cifra en el cinco por ciento- se ha alcanzado en Zamora con casi el doble de parados, y que se necesitan doscientos inmigrantes para mano de obra. La CEOE de microempresarios ha puesto la guinda de un pasteleo en que no se buscan trabajadores con derechos sino manos de obra y bocas hambrientas que acuden al efecto llamada de los explotadores. Eso sí, ¡los justos!, no más de doscientos en Zamora.

Se puede no estar de acuerdo con la cocina humilde de los pobres datos, o incluso preferir el aperitivo en el que no es de buen gusto ir más allá de ligeros comentarios sobre lo "positivo... pero" o "negativo... mas", según salen del horno.

Pero yo no puedo tragar todos los meses la misma insípida empanada de datos. Prefiero el pan duro, que de todo se saca provecho si se cocina con cariño. ¡Y que no nos falte!

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